CAMBO DE RUMBO TRAS EL COVID
/0 Comentarios/en Bienestar, Bienestar Personal, entorno y medioambiente, Espacios naturales protegidos, Nueva vida, Salud, Vacaciones saludables/por Monica ConcellonEl cambio de rumbo tras el Covid se ha convertido en un reto para mucha gente. Muchos hemos decidido escribir un libro durante los confinamientos. En mi caso, desde principios de año, me he centrado en escribir mi primer libro. Vivir en el campo me ha ayudado mucho a concentrarme. Ya está escrito y dos libros más se están incubando este año, para publicar una trilogía de salud.
Parece que lo más difícil está hecho, pero no. Hay que hacer una serie de pasos para redactar una buena propuesta de tu libro para encontrar un editor, competir en un concurso literario, buscar financiación y ante todo seguir en contacto con las redes sociales. Todo a la vez es casi imposible, porque para escribir hay que tener una disciplina, silencio y concentración para que la escritura fluya. Estar en RRSS consume mucho tiempo para mantener contacto con los seguidores cada día. Aún así en cuanto puedo publico algo de mis investigaciones para el libro como del nuevo rumbo profesional que nos ha tocado vivir debido al Covid.
Así que, después de tanto aislamiento ahora podemos sentirnos libres porque podemos ir donde queramos, algo que antes era normal y hemos tenido que echarlo de menos para ver la suerte que tenemos de poder elegir dónde pasar el tiempo libre.
Pasear por espacios naturales se ha convertido en una prioridad para compensar las horas de encierro. Disfrutando con los 5 sentidos:Salir del asfalto; Sentir el silencio; Respirar aire puro… Que nos de la luz del sol; Conectar con la tierra; Observar la naturaleza; Bañarnos en los pantanos o en el mar…
Es como desconectar del mundanal ruido para conectar con tu esencia en plena consciencia. Una especie de “reset”. Una puesta apunto y actualización energética muy sutil pero muy eficaz.
Desde mi aislamiento literario, tras el cambio de rumbo que ha tomado mi vida debido al covid, veo con alegría que se están poniendo de moda, entre la gente joven, la vida en el campo. El otro día me enteré de una joven de 24 años que regresó de la ciudad a convertirse en agricultora y alcaldesa de su pueblo natal. Puedes verlo en este enlace, pinchando aquí.
Los “milenials” siguen a gente joven que ha tenido el valor de irse a vivir a un pueblo, desarrollando sus habilidades profesionales en la naturaleza y son mucho mas felices que en la gran ciudad. Algunos pueblos tienen la suerte de tener detrás iniciativas privadas como la del concello de Aveiga, en Orense. Con proyectos tan sencillos que deberían ser un ejemplo a seguir en todos los pueblos de España e impulsados por nuestos gobiernos autonómicos. Puedes ver de qué se trata esta maravillosa iniciativa pinchando aquí.
Ojalá más iniciativas como esta den trabajo a los desempleados y repoblemos la España vaciada con nuevas generaciones de profesionales jóvenes que les devuelvan la vida.
Y digo España como puedo decir cualquier país del mundo. La ciudad está bien para estudiar y empezar a desarrollarnos social y profesionalmente, adquiriendo experiencia y relaciones para toda la vida. Pero tiene que servirnos para poder volar.
Hay momentos en la vida en los que tenemos que permitirnos cambiar de rumbo, si podemos claro. Si tienes niños en edad escolar o en la adolescencia, la cosa se pone más difícil, aunque no imposible. Si son pequeños como si ya se han independizado, no tienes por qué quedarte en el mismo nido, si tu deseo es cambiar de escenario por una mejor calidad de vida. O si no tienes hijos y puedes trabajar en otro lugar, tal vez sea el momento de planteártelo. No se trata de soltar todo y ver qué pasa, sino de reflexionar en esa opción y estimar los pros y los contras.
En el año 2001 dejé Madrid ya se había convertido en una metrópoli al estilo europeo. Había demasiado tráfico y poco tiempo para disfrutar con los amigos. Decidí irme de mi querido Madrid, dejar mi piso en el Pº de la Castellana y mi puesto de Directora de Comunicación y RRPP de Radio Intereconomía, por venirme a vivir al sur. Donde poco a poco mi familia se había ido mudando entre Málaga y Marbella. Primero mi hermano, luego mi madre y después mis dos hermanas. Yo estaba sola en Madrid y decidí dejar el estrés profesional por estar más cerca de los míos y tener mayor calidad de vida.
Siempre dije que mi calidad de vida aumentó un +200% pero mi calidad laboral descendió un -200%. El trabajo en Marbella era como trabajar en las Bahamas. La naturaleza exuberante y el clima cálido ayudan, pero era como vivir en el extranjero. Eso ya lo había vivido con todo lujo. Ahora quería sentirme en España.
Al cabo de unos años, en 2006 me ficharon de mi anterior empresa AFA para trabajar en el Caribe y América Latina un par de años. Estuve a punto de quedarme a vivir en una de las “zonas azules” de Tamarindo en Costa Rica. Pero cuando regresé a España, hubo un terremoto en Tamarindo que me hizo decidir quedarme a vivir en España que no hay tantos terremotos.
En el fondo el país de cada uno es único. No cambio mi país por ningún país del mundo. Me encanta nuestra cultura. Cómo se come en España y nuestra forma de vivir. Tras haber vivido en más de 40 países tengo claro dónde quiero vivir y dónde no. Cuando regresé, me instalé en Málaga capital, en un barrio precioso, donde hacía yoga cada amanecer en un bosque de eucaliptos frente al mar y meditaba cada tarde en la playa durante la puesta de sol.
Siendo tan cosmopolita podría vivir en NY o Miami, pero he preferido mi gente. Gracias a ello he podido ver cómo Málaga pasaba del anonimato absoluto a ser la ciudad de moda de España. Tan de moda se ha puesto, que el centro histórico se llenó de alquileres turísticos y la gente se tuvo que ir a vivir fuera, para dejar que el centro lo “okupen” los turistas.
Y en cuanto se llenó de turistas, de tráfico, de ruido, de estar todo lleno y más caro, decidí que era el momento perfecto para moverme. Y elegí un pueblo a 40 minutos del centro de la ciudad, de una estación de Ave o del Aeropuerto. No quiero hacer propaganda de ningún pueblo en especial porque hay miles en España. Cada uno ha de elegir el que más le convenga, no el que esté de moda.
Realmente en 2001 podría haberme resignado y haber seguido aguantando en una gran ciudad, pero no lo hice. Una vez que te vas ya no hay vuelta atrás. Ningún piso en el mejor barrio de Madrid me da lo que tengo en el campo. No lo cambio por las vistas desde la terraza de mi cuarto. No lo cambio porque me encanta dormir con la ventana abierta sin ruidos. No lo cambio porque me da la vida pasear cada mañana por el campo con unas vistas que enamoran. No cambio el mejor despacho de Madrid por tener las vistas que tengo desde mi mesa de trabajo. Me hace sentir mejor que vivir en el centro de cualquier ciudad del mundo. Considero un verdadero lujo vivir en el campo. Aunque el cambio a veces da vértigo.
Cambiar de rumbo tras el Covid, es un gran reto.
No me envidies porque sacrifico otras cosas. Desde aquí cuando quiero -si el Covid lo permite- viajo a ver a mis amigos. Aún mejor, ellos me vienen a ver aquí y se quedan un par de días conmigo. Pasamos tiempo de calidad juntos, charlando y poniéndonos al día, con la paz que da el campo
Lo único que echo de menos de Madrid son las amistades de verdad. Pero lo cierto es que en Madrid a penas nos vemos. Tener casa en el sur me asegura la visita de amigos en puentes y vacaciones.
Creo que no hay que dejar las cosas de golpe, sino preparar el camino. Como están haciendo muchas personas tras el covid. en este mes ya son 2 mis amigos de Madrid que se vienen a vivir al sur. Cambiando el rumbo de sus vidas en otro escenario que no sea una gran ciudad.
Para mí el lujo es el aire, el silencio, los alimentos de la huerta, la gente amable de los pueblos y el tiempo que he ganado para aumentar mi calidad de vida y bajar el ritmo frenético de la ciudad.
No me envidies, no es fácil. He perdido otras cosas, como un buen puesto de trabajo seguro. El Covid propicia cambios y tal vez sea el momento de evaluar si compensa seguir igual o dar el salto con la certeza de que podemos vivir mejor en otro lugar.
Antes de dar el salto, como yo ante el precipicio de Caminito del Rey, hay que recoger fuerzas, tomar precauciones y enfrentar el vértigo.
En mi experiencia sólo puedo darte ánimos. No podemos cambiar el comienzo de nuevo, pero aún estamos a tiempo de cambiar el final. Date la oportunidad.
Da el salto de forma segura.
Cuando mires atrás en el tiempo dirás:” Escuché mi voz interior, hice acopio de valor y lo conseguí, cambié mi vida a mucho mejor”. En realidad, sólo hay que dar un paso tras otro. No hay pequeños pasos, sólo hay pasos en la dirección correcta.
Si estás en una encrucijada en este momento de tu vida, a punto de traspasar el precipicio como yo en Caminito y necesitas orientación, empuje, visión o motivación, estoy al otro lado del miedo al cambio.
Te acompaño en esta nueva etapa si no deseas dar este paso en soledad.
Estoy deseando escuchar tu reto actual y de poder “echarte un cable” si lo necesitas o darte la mano para acompañarte en esta prueba de la vida que es el continuo cambio.
Comparte conmigo tu reto personal tras el Covid.
¿Algún cambio importante en tu vida?
¿Cambios den tu área de confort?
¿Cambios en las relaciones, en el trabajo en la casa…?
Me encantará conocer tu reto y acompañarte en el cambio.
Si crees que puedo ayudarte a dar el salto y a realizar una transformación radical de tu vida actual, pide una cita informativa de 20 minutos conmigo. Para conocer tus necesidades. Déjate ayudar.
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Con amor y alegría, un abrazo de salud total
Mónica
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